El casero de Majadahonda tenía cuchillos, hachas y un machete

El «descuartizador de Majadahonda» tenía en el sótano de la casa en la que vivía la mujer un maletín con cuchillos, hachas y un machete, junto a la trituradora en la que aparecieron «restos de sangre y posibles restos de carne y óseos». Así se recoge en los autos del Juzgado de Majadahonda, que investiga la desaparición de Adriana Giogiosa Nasini.
El juez incide en «la gravedad de los hechos» y en «la alarma social» que ha generado, y relata lo encontrado en los registros de la vivienda de Majadahonda y en el piso de Móstoles en el que residía el detenido. Detalla que los restos encontrados en la trituradora de grandes dimensiones que estaba en el sótano de la vivienda de Majadahonda se corresponden al 99,9999% con el perfil genético de Adriana que se extrajo de la ropa de la mujer y de sus familiares. En ese sótano, recién pintado, se halló «un maletín con armas blancas» que contenía «un cuchillo y machete de carnicero y un cuchillo de caza», así como hachas. Dentro del mismo maletín había varias piezas de una máquina de picar carne manchadas de sangre. Junto a esos «instrumentos de carnicería» —en palabras del juez— también se encontraron en el sótano dos preservativos, uno abierto y otro sin abrir, así como bolsas con material de limpieza con ticket de compra reciente.
El juez justifica el ingreso en prisión En el registro del domicilio de Móstoles los agentes encontraron un guante de látex con joyas de la mujer manchadas de sangre, además de su pasaporte en vigor y las llaves y la documentación de su vehículo, pero no así su teléfono móvil. Sobre el teléfono de Adriana, el juez explica que existen indicios de que estuviera en manos de otra persona, ya que sus familiares recibieron mensajes «supuestamente mandados» por ella «que no se corresponden con su estilo, forma o manera de escribir o de expresarse y que son contradictorios e incoherentes entre sí». Por todo ello, el juez ordenó el pasado 10 de abril el ingreso en prisión del casero al considerar que «existen indicios suficientes de que el detenido fue quien cometió o participó en los hechos». El magistrado justificó también el ingreso en la cárcel al imputarle delitos castigados con penas superiores a los dos años, por la violencia y gravedad así como por el riesgo de fuga y la necesidad de asegurar los medios de prueba y evitar su desaparición.